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En Bolivia existe un grupo de mujeres que, con las faldas bien puestas y contra todo estigma y prejuicio, se suben al ring para brindar una muestra de auténtica lucha libre. Lo cual se convierte en un espectáculo que ha cruzado fronteras y conquistado a todo nuevo espectador.

“Las cholitas luchadoras», reúnen tanto a locales como extranjeros para disfrutar de una buena función de lucha libre entre mujeres, pero a diferencia de otras partes del mundo, aquí no se muestran con máscaras o trajes que parecieran de superhéroes, ellas se suben al ring vistiendo sus trajes típicos con todo y falda aymara acampanada.

Desde 2003 estas mujeres se subieron al cuadrilátero para enfrentar los más grandes retos, y sí que los hubo. Por un lado, sus propias compañeras cholas rechazaban esta práctica al considerar que se dañaba la imagen de la mujer indígena y mestiza boliviana, por otra parte hubo que luchar contra el desprestigio de sus propias familias, y obviamente que el machismo también se hizo presente al no considerar apta a una mujer para este deporte.

Reivindicación de la mujer

Con el paso del tiempo y sobre todo, con la energía y entusiasmo que las cholitas dedicaban a su práctica, el espectáculo fue cobrando fuerza y popularidad, saliendo de los barrios pobres donde se llevaban a cabo regularmente, para llegar a lugares de calidad con interés turístico.

La comunidad chola fue reconociendo y admirando su labor de madres, trabajadoras y además luchadoras. Sus familias las llegaron a ver como auténticos ejemplos a seguir. El tema del machismo quedó olvidado y el público asistente ya no distingue género alguno, al contrario, esto significó un gran triunfo para demostrar que la mujer es capaz de hacer grandes cosas, y en este caso en particular, superando a los hombres que ofrecen un show similar, pero con menor impacto, ya que «las cholitas luchadoras» han captado la atención del mundo entero realizando incluso presentaciones fuera de Bolivia.

Su mayor triunfo ha sido sin duda la libertad que cada cholita logró para su vida personal, pues muchas de ellas sufrían de violencia doméstica hasta que encontraron en la lucha libre su propia tranquilidad.

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