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Se dice que su riqueza no tenía fin, así que  al parecer ni juntando la fortuna de Carlos Slim, Bill Gates y Mark Zuckerberg, se tendría lo que Mansa Musa (cuyo nombre era Musa Keita I y cuando asumió el trono se convirtió en Mansa que significa rey), tuvo durante su reinado.

Aquí, un breviario cultural sobre este personaje del que pocas veces hemos escuchado

Su reino era algo así como en la película del “Rey León” cuando Mufasa le dice a Simba que “todo lo que toca el sol es nuestro reino”, es decir, era grande, ¡muy grande!, y nadie sabía realmente dónde terminaba, pero sí se sabe que abarcaba lo que hoy es Mauritania, Senegal, Gambia, Guinea, Burkina Faso, Mali, Níger, Chad y Nigeria.

Se dice que el mundo centró su atención en Mansa Musa cuando éste realizó un recorrido de más de 6,000 kilómetros a la Meca y dejó a todos con la boca abierta al ver que llevaba una caravana de alrededor de 60,000 personas, de los cuales 12,000 eran sólo su personal. Pero no solamente eso, sus ropajes, sus sedas finas y sobre todo la cantidad de oro que llevaba y que incluso generosamente donó entre la gente más pobre, fue algo que sorprendió aún más, tanto, que la existencia de este rey llegó a oídos de los europeos, y ellos mismos quisieron comprobar que la historia era cierta.

Al descubrir que era real, el imperio de Mali y su rey fueron incluidos en el mapa más importante de la época “el Atlas catalán” o “Mapamundo de los Cresques”, el cual tenía trazadas las zonas conocidas por los europeos en el siglo XIV, pero sobre todo y más importante, esto propició el comercio, ya que comerciantes de lugares como Venecia, Granada y Génova, acudieron a mercadear productos a cambio de oro.

Un hombre rico y generoso

Es importante aclarar que Mansa Musa no sólo fue el hombre más rico que jamás haya existido, también se trató de un ser humano preocupado por su reino que no aprovechó su riqueza para gastarla sólo en lujos y extravagancias.

Durante su reinado construyó muchas mezquitas, de las cuales algunas aún existen, y urbanizó la Ciudad de Timbuctú, construyendo escuelas y una universidad (aunque también se fundaron universidades en otros lugares como Djenné y Ségou), esta última se convirtió en un centro de aprendizaje y cultura que atrajo a académicos musulmanes de toda África y Medio Oriente, impulsando y ayudando al desarrollo de todos aquellos que estudiaban en ella.

Se dice que su reinado duró 25 años. Tal vez ni el genio de Aladino hubiera podido aparecer tanta riqueza como la que tuvo Mansa Musa.

Como tip, la Universidad de Sankore y la mezquita de Djingareyber aún existen en Timbuctú, por si quieres ir a visitarlas.

 

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