Los problemas siempre tienen solución, y aquí te van algunas preguntas para empezar a encontrarla.
Es importante que primero identifiques el problema, lo examines, lo detalles, pienses en las posibles soluciones, y luego actúes para poder resolverlo.
¡Ojo! También es importante que consideres a los enemigos o emociones negativas que se vuelven un obstáculo para resolverlos, por ejemplo: la ansiedad, el miedo, la vulnerabilidad, el desamparo y la rabia. Y no lo decimos nosotros, lo dice Al Siebert en su libro “La resilencia: Construir en la adversidad”, en el cual está basada toda esta información.
También debes considerar que para resolver los problemas es importante: pasarlos bien, reírte, divertirte, jugar y vivir momentos entrañables con los amigos. ¿Por qué? Porque son emociones positivas que aumentan la fuente de recursos cuando te enfrentes a una crisis.
Ahora sí, aquí van los tres tipos de inteligencia que puedes usar para resolver problemas.
Resolver problemas mediante una solución analítica
Es decir, hacerse las preguntas correspondientes que facilitarán esas respuestas que nos llevarán a la solución.
- ¿Cuál es el problema?
- ¿Cuál es su gravedad?
- ¿Cuál es su urgencia?
- ¿De cuánto tiempo e información dispongo?
- ¿A cuántas personas implica?
- ¿Qué deseo?
- ¿Cuál es mi objetivo
- ¿Qué resultado consideraré como satisfecho?
- ¿Qué aprenderé?
- ¿Cómo podré evitar que vuelva a ocurrir?
Resolver problemas mediante una solución creativa
Es decir, piensa de forma poco convencional. Para ello:
- Observa atenta y detalladamente el problema.
- Trata de resolver el problema de manera más lúdica y no tan consciente.
- ¿Qué pasaría si miras el problema desde otra perspectiva?
- ¿Cuántas maneras hay de manejar ese problema?
- ¿Qué tiene de divertido el problema?
- Pregúntate: ¿qué pasaría si…?
- Haz pausas, sal a caminar, escucha música, ve un video, libera tu mente por unos momentos del problema y luego regresa a él.
Emitir juicios de valor se convierte en una barrera/obstáculo para soluciones menos convencionales, por tanto, evita hacerlos.
No hay ideas tontas, así que evita autocensurarte pensando en que tus ideas no sirven o son torpes. No cierres tu menta, ábrela, y deja que fluya.
Resolver problemas mediante la solución práctica
Aléjate emocionalmente del problema. Esto no quiere decir que le des la espalda y hagas como que no pasa nada, más bien, acepta la realidad del problema, no te rebeles a él, no te cierres a pensar “¿por qué me pasan estas cosas a mí?”, ya que si lo haces te enfocas en las emociones negativas, lo que ocasiona un bloqueo para llegar a la solución que realmente necesitas. Así que, como se dijo arriba: suelta la rabia, el coraje, la ansiedad y todas esas emociones negativas que vengan a tu mente.
Guarda estos consejos y ponlos en práctica. Verás que tendrás una carga mucho más ligera cuando de problemas se trata y aprenderás a resolverlos de mejor manera.
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