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La Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) estableció el período 2018-2028 como la Década Internacional para la Acción “Agua para el desarrollo sostenible”, el cual comprende un plan de trabajo para Estados miembros de la organización, así como para otros participantes dispuestos a trabajar por lograr los objetivos planteados para esta marcada etapa.

La escasez de agua es uno de los retos más difíciles a los que se está enfrentando nuestra humanidad. La población y urbanización han aumentado aceleradamente, lo que ha hecho que su consumo sea cada vez mayor, y si bien según datos de la ONU existe agua suficiente para abastecer al planeta entero con todo y su descontrolado crecimiento, la escasez de ésta es inevitable, ya que está mal distribuida, contaminada, desperdiciada y gestionada de forma insostenible, por lo que existe una gran cantidad de comunidades que no tienen acceso a este vital líquido.

A estos factores se suman el cambio climático, la deforestación, la contaminación, las prácticas de agricultura y ganadería no sostenibles y la falta de conciencia del ser humano.

¿Y qué se está haciendo ante esta situación?

La Alianza Latinoamericana de Fondos de Agua busca, por ejemplo, proteger ríos y reforestar bosques y selvas para evitar que los animales que pastan en la zona los contaminen, debido a que el agua de esos ríos es la que llega a las cuencas en la que se trata este líquido, y la idea es que el agua llegue lo más limpia posible a estas fuentes de distribución.

También busca mejorar las prácticas de agricultura y ganadería, y propone que la  conservación y el manejo de la infraestructura del agua se muestre prominentemente en las políticas públicas y en las prácticas corporativas, esto debido a que no se le da la importancia que requiere, pues cuando se cuenta con recursos, estos se destinan a otras actividades como la creación de carreteras o construcción de parques, pero no a la mejoría y protección del agua.

Menciona también la importancia de hacer consiente a la gente acerca de pagar los servicios de este vital líquido para así generar los recursos necesarios para su conservación.

Y un caso que resalta de manera ejemplar, es la restauración del río Rímac, el cual proporciona agua a la región metropolitana de Lima. Hugo Contreras, director de Seguridad Hídrica de The Nature Conservancy (los cuales son miembros de la Alianza), comenta:

“Este caso está marcando el inicio de una tendencia fuerte de incorporar la responsabilidad de la gestión de cuenca a los usuarios. La empresa de agua ya está generando los recursos necesarios para la conservación y está en este momento en un debate sobre si puede destinar recursos para invertir en la cuenca. Nosotros creemos que sí, que existen los instrumentos legales, pero más allá de que estén presentes o no, nos parece que es un tema de enfoque cultural. Los ingenieros de la empresa de agua siempre han hecho tubos, plantas, acueductos… Está bien, son necesarios, pero nunca se ha complementado este portafolio de inversiones con acciones de protección de la infraestructura natural. Es una cuestión de tiempo para que el mecanismo sea operativo, rinda cuentas y sea eficiente».

Contreras destaca que esta tendencia está tomando forma también en Costa Rica, el estado de Santa Catalina —en Brasil—, y otros lugares donde ya hay interés por incorporar los costos de conservación en la tarifa o en los mecanismos de recolección de recursos públicos.

Datos importantes que debemos saber, además de generar conciencia en nosotros mismos para cuidarla en nuestro día a día y así procurar un futuro sin grandes limitantes del recurso del agua.

 

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