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Ahorita, mañanita, cosita, cafecito, salcita, flaquita, caminito, segundito, reunioncita, poquito, amorcito, fiestita, cajita, lloroncita, besito, dinerito, coquito… qué chistosita forma de hablar.

Hay quien está muy en contra de los diminutivos, hay quien está a favor (o si bien no a favor, no le molesta que existan), sin embargo, si hay algo que no podemos negar y es que ya son parte del lenguaje y hasta le dan identidad al idioma. Si estás en contra tal vez no lo has notado, pero posiblemente y sin querer, alguna vez se te ha salido una frase en diminutivo porque es casi inevitable no usarlos ¡oops!

De hecho, nuestra lengua es prácticamente la única a la que se le puede hacer este tipo de modificaciones, mismas que, además, han llegado todavía más lejos, pues por si no fuera suficiente con agregar el ito, ita, también existe el “ititito”, “illo” e “illa”.

 

¿Para qué más usamos los diminutivos?

Lo más interesante de todo, es que esos diminutivos no sólo sirven para referirse a algo de menor tamaño, sino que cambian el significado de la palabra según el contexto en que lo uses. Y ahí es donde el tema se vuelve más interesante, porque los diminutivos crean en las palabras muchísimos contextos que sólo los latinoamericanos podríamos entender.

Por ejemplo, amortiguan las descripciones rudas que podrían resultar hirientes, como cuando no quieres hacer sentir mal a alguien con una descripción de su físico y comentas: “te ves más flaquito, o llenito, o cachetoncito”, y de esta manera logras que la persona se tome de la mejor forma el comentario.

También significan aprecio por alguien, como cuando dices “chiquita”, “amorcito”, “corazoncito”, ¿o por qué no?, hasta al nombre propio le agregas cariñito y llamas a la persona por “Alejandrita”, “Paquito” o “Luisito”.

Y ni hablar de esos momentos en los que no quieres ser presuntuoso y usas diminutivos para hablar sobre ese “viajecito” que harás en unos días (y te excusas diciendo algo como “no es la gran cosa”, aunque sabes que sí es la gran cosa porque te vas mucho tiempo y te vas a quedar en los mejores lugares).

En fin, hay un montón de formas de usar los diminutivos, y a favor o no, seguro los conoces, y no podrás negar que se han vuelto algo cultural y hasta tradicional de nuestra lengua, porque usándolos de la forma correcta, incluso resaltan hasta nuestros valores culturales.

¿Tú qué tanto los usas?

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